Son muchas las historias, mitos que han servido de referente para escribir libros, y la realización de grandes películas cinematográficas, El origen de la superstición de los hombres-lobo -la creencia de que un ser humano puede asumir la forma de un animal, más frecuentemente la de un lobo- nunca ha sido explicada de forma satisfactoria.
A mediados del siglo XIX, en una pintoresca colina cercana al Vístula, en Polonia, un grupo de gente joven celebraba con música, canciones y danzas la terminación de la cosecha. Había comida y bebida en abundancia, y nadie se privaba de disfrutarlas.
Y entonces, en medio de la diversión, un aullido terrible, que helaba la sangre, resonó en el valle. Abandonando la danza, chicos y chicas corrieron en dirección al grito y descubrieron, horrorizados, que un enorme lobo había cogido a una de las muchachas más bonitas del pueblo, que acababa de prometerse en matrimonio, y trataba de llevársela. Su novio había desaparecido. Los hombres más valientes persiguieron al lobo y llegaron a enfrentarse con él. Pero el monstruo furioso, echando espuma por la boca, dejó caer su presa humana y se colocó sobre ella, dispuesto a luchar. Algunos de los campesinos corrieron a sus casas, para traer escopetas y hachas, pero el lobo, comprendiendo que los demás estaban aterrorizados, volvió a coger a la chica y se perdió en un bosque cercano.
Puede que la tradición de los hombres-lobo se apoye en la ignorancia y las alucinaciones, pero su influencia siempre ha sido extraordinariamente poderosa.
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